El 8 de marzo, como todas sabéis, se celebra el Día de la Mujer Trabajadora o Día internacional de la Mujer.

Pero, ¿qué conmemoramos en esa fecha tan especial? ¿Cómo y por qué las mujeres empezamos a salir a exigir los derechos que nos correspondían? Y, ¿cómo ha ido convirtiéndose esa exigencia en las reivindicaciones multitudinarias de los últimos años?

Reivindicación obrera

Todo empezó a mediados del siglo XIX, una época en que los países industrializados estaban viviendo la llegada constante de trabajadores no cualificados a las ciudades, dónde entraban a trabajar en fábricas con jornadas de trabajo exhaustivas y pésimas condiciones laborales. Las urbes se masificaron y lo que antes eran calles formadas por casas unifamiliares se convirtió en hervideros de personas hacinadas en edificios insalubres y fábricas sin ningún tipo de seguridad. Entonces empezaron las protestas. Los obreros empezaron a organizarse y surgieron los primeros sindicatos.

No obstante, las mujeres, que formaban al menos la mitad de la fuerza laboral y además atendían los hijos y la casa, seguían estando doblemente desprotegidas. No sólo cobraban menos que los hombres y eran peor tratadas, sino que además su participación en los sindicatos era menor y no gozaba del mismo crédito. Mientras las primeras feministas burguesas se enfrascaban en la lucha por el sufragio femenino y accedían a la universidad, las obreras tenían suerte si sus propios familiares las consideraban como iguales.

Igualdad, libertad, sororidad

Las reivindicaciones de cada edición del Día Internacional de la Mujer han sido distintas, y han dependido de la época y del país. No obstante, sus pilares han sido constantes: igualdad (respecto a los hombres), libertad (para disponer de nosotras mismas y de nuestra vida) y, por supuesto, sororidad.

Y ha sido la sororidad la que más ha ayudado a convertir la protesta en algo global. Porque, ¿qué sería del movimiento feminista sin ese hermanamiento que nos hace sentirnos cercanas unas a otras, que nos hace reconocer nuestras experiencias compartidas y nos lleva a una única lucha?

El 8 de marzo se ha convertido en una fecha universal porque es la fecha en la que esta lucha compartida por mujeres de todo el mundo se lleva a la calle al unísono. Una sola voz para exigir lo que todas necesitamos, aunque no todas carezcamos de ello.

Así, mujeres de distintas condiciones económicas, con problemáticas individuales distintas, nos reconocemos como parte de una misma lucha por la emancipación. En un mundo cada vez más interconectado, cada día más mujeres conseguimos vernos como seguidoras de ese mismo camino.

Aquí en Fundación Covirán, hemos realizado una serie de actividades desde el pasado viernes día 4 en conmemoración del día de la mujer.

Desde el economato Santa Maria de la Misericordia, un grupo de mujeres aprende a gestionar el programa de atención y cobro al cliente, un software propio con el que se realizan miles de ventas al día en todos los Covirán de España y Portugal, ganando destrezas digitales y asimilando el uso del programa.

Mientras, en otra de nuestras aulas, nuestro compañero de carnicería, forma a un grupo de mujeres de la asociación Cáritas en el despiece del pollo, consiguiendo así las competencias y habilidades de mejora de empleabilidad que conlleva.

Y hoy 8 de marzo, desde la asociación Agua de Coco https://aguadecoco.org/, tenemos una exposición de La fuerza de la mujer Malgache (podemos ver aquí la exposición virtual Exposición virtual), junto con un taller presencial aquí en la Fundación Covirán.